miércoles, 9 de febrero de 2011

Cuento de marcianos

El Marciano de Marte

Juan, era un niño de 9 años muy valiente. Era de estatura media y rubio. Su cabeza era cubierta por una gorra azul y vestía unos vaqueros y una camiseta roja cubierta por una chaqueta color amarillo oscuro. Su padre, alto y robusto, era astronauta. Un día Juan fue acompañado de su padre y un amigo llamado Luis a la base espacial, a obser
var el despegue de un cohete hacia Marte. Luis, tenía mas o menos la estatura de Juan y su misma edad, pero el era moreno. En esta ocasión Luis vestía una camiseta naranja y unos pantalones blancos. Su pelo, lo lleva al descubierto. Juan y Luis, entraron a hurgar en el cohete y... ¡De repente despego! Juan y Luis sabían que se habían metido en un buen lió. Sabiéndolo, Juan se quitó su gorra y le dijo a Luis...
-¡Puf! En que buen
lío nos acabamos de meter, mejor será que nos pongamos los trajes espaciales que hay en ese rincón.
-Si, será mejor. ¡Menuda aventura nos espera! -exclamó
Luis-.
Pasaron muchas horas y, Juan
decidió mirar por la ventana que había alrededor de ellos. Juan, no se creía lo que veía. ¡Justo enfrente de ellos se encontraba el planeta Marte!
-¡Deprisa! -gritó Juan- ¡Haz algo, vamos a
chocar!
-¡No podemos hacer nada al respecto! -contesto Luis-
Tras esas palabras, el cohete tocó tierra de una forma brutal,
así dañándose de forma total su parte delantera. Los dos niños quedaron inconscientes tras la fuerza del impacto. Luis recupero el sentido y consiguió reanimar a Juan.
-¡Mira Juan! -exclamo Luis- ¡Allí al fondo se ve una
casita, vamos a explorarla!
-Está bien, -
respondió Juan- pero debemos ir con cuidado.
Los niños, quedaron
exhaustos tras andar mas de 2 kilómetros para llegar a la casa. Con miedo, entraron en ella. Se sentaron en dos sillas que había alrededor de una mesa.
-¿Quién vivirá aquí? -preguntó Juan-
-No lo sé, pero mira, allí al fondo se ve una máquina. -dijo Luis-
-¡Es verdad, veamos para que sirve! -propuso Juan-
Los niños, se acercaron a la máquina para observarla. Era muy grande, tenia
muchas palancas y botones, además de tres pantallas. Juan y Luis quedaron incrédulos. Pero, justo en ese momento entró un extrañó ser por la puerta y dijo:
-¡No
toquéis eso, me pertenece!
Ese extraño ser era de color morado, tenía una gran cabeza (
parecía que poco la usaba), y, sus extremidades eran muy delgadas.
-¿Quién eres? -Preguntó Juan con miedo hacia ese extraño ser-
-Soy
Yupi, -contestó el extraño ser- soy un extraterrestre y soy el único habitante de este planeta.
-¡No nos hagas daño por favor! -exclamó Juan-
-¡Ha, Ha, Ha! -rió
Yupi- ¿Yo? ¿Haceros daño? Por favor, no digáis tonterías, soy inofensivo.
-
Uff, menos mal, -respondió Juan con alivio- nos has asustado.
-Por cierto, -dijo Luis- ¿para qué sirve esta máquina?
-
Ah, esa máquina. -respondió Yupi- Es una invención mía, sirve para enviar mensajes al espacio en busca de otros seres, como vosotros.
-¡Qué casualidad! -exclamó Juan- ¡Nosotros necesitamos ayuda para volver a nuestro planeta!
-¡Qué bien! -contestó
Yupi- ¿Cómo es vuestro planeta?
Luis, con alegría le dijo:
Es un planeta muy grande y muy poblado, pero si fueras a él con nosotros
vivirías muy agoviado, la gente no te dejaría en paz.
-Vaya, que pena. -contesto
Yupi- Bueno, para enviar un mensaje necesito que me deis las coordenadas de vuestro planeta.
-No tenemos ni idea de cuales son. -Respondió Juan-
-Esperad un momento. -dijo Luis- ¿
Coordenadas? ¡Ya está! Dentro de el cohete observe un cartel donde decía las coordenadas del planeta tierra.
-Pues vamos a verlo. -contestó
Yupi-
Yupi apuntó las coordenadas del planeta tierra en un pequeño trozo de papel y volvieron hasta donde estaba la máquina para enviar el mensaje de socorro hacia la tierra.
Pasaron 4 días y Juan y Luis vieron acercarse otra nave parecida a la suya. Antes de que los vieran, Juan y Luis se despidieron con pena de Yupi.
-Te echaremos de menos
Yupi -dijo Juan- Pero seguro que algún día vendremos a verte de nuevo.
-Si, -continuo Luis- tarde o temprano nos volveremos a ver. El otro cohete aterrizó
perfecta mente y Juan y Luis entraron en el. El padre de Juan, que iba a bordo del cohete les dijo:
-No a estado nada bien lo que
habéis echo pero, por haber sobrevivido a esta misión y haberlo echo tan bien (excepto lo de estrellar el cohete), en la empresa os hemos concedido ser futuros astronautas y podréis explorar el espacio cuando queráis. Juan y Luis daban votes de alegría y pensaron que podrían visitar a Yupi cuando fueran mayores. Y así fue, cuando por fin se hicieron mayores, comenzaron a visitar a Yupi todos los años con mucha alegría. Y así, termina esta historia.